Las ocho ruedas de Buda

Foto tomada de: http://www.mundo-nomada.com

El objetivo principal de la meditación es la toma de conciencia de nuestra verdadera naturaleza y realidad.

Cuando meditamos de forma apropiada y constatemente, nos volvemos más atentos a las señales, sensaciones o estímulos internos o externos a nuestro cuerpo, como si pudieramos percibir el mundo con mayor lucidez, con más claridad y calma. Evidentemente, una buena ración de disciplina será necesaria, y la certeza de que nada se logra de la noche a la mañana, que los resultados que anhelamos se logran con perseverancia, sin prisa y con control de nuestros deseos. Así, sin darnos cuenta, un día ya hemos logrado aquello que al principio anhelábamos, o incluso más.

Así es también el patinaje. Inicias dando tumbos, con mala postura, siendo el hazme reír, pero con constancia y disciplina vas cada día haciendo mejor el intento, estás muy atent@ a cada parte de tu cuerpo, a cada movimiento que realizas para poder mejorarlo, pones en práctica tu propiocepción. Tu atención está completamente puesta en la práctica, vives plenamente el presente; si alguien se burla o se ríe simplemente omites el hecho y continúas, porque si no lo haces así vuelves a caerte. Cuando vas rodando ya, vas muy atent@ a tu cuerpo, pero también a los elementos externos que poco a poco se van ampliando: vaches, huecos, reductores de velocidad, tránsito peatonal y vehicular. Siendo constante en la práctica llegas a tener dominio de todo, de ti mism@ y del exterior. Todo va tan rápido como te lo propongas, y si sientes que te estancas, es en ese momento en el que estás adquiriendo mayor seguridad y confianza para dar un nuevo paso. 

Como ves, patinar también es meditar. Siempre que tu atención esté focalizada en ti mism@, en los movimientos de tu cuerpo y logres ya superar la distracción del mundo exterior con la seguridad de ir patinando cada vez mejor, entonces logras hacer algo muy similar a lo que Buda llamó la meditación Vipashyana (o vipassana, "ver las cosas tal como son") en la que se busca producir un vacío en la mente (libre de pensamientos) poniendo sólo la atención en la propia respiración, obtiendo la purificación y la liberación del sufrimiento. 
Tal vez ya te hayas dado cuenta por qué patinar te hace sentir tan bien, por qué te libera del estrés. Si es para ti algo similar a esto, no debe extrañarte que patinar sea el arte de meditar sobre ruedas, disolviendo los elementos, pensamientos o factores negativos en nuestra mente, ganando lucidez de quienes somos, arrojando la ansiedad, la aflicción o el rencor por la borda. Patinar te libera, te hace más feliz, más tranquilo. Meditar logra los mismos resultados, y más todavía. En ambas prácticas ocurre una liberación de endorfinas (neurotransmisores producidos por el sistema nervioso que actúan como analgésicos) que te lleva a disfrutar de un estado mayor de bienestar, te hacen sentir muy bien, y al sentirte relajado no lo quieres dejar, te motiva más, te ayuda a alcanzar otros resultados.

Entonces, patinar, puede llegar a ser una manera distinta de meditar, una manera de volar en el plano físico al tiempo que despegas tu mente del mismo. En definitiva, una alternativa para l@s que buscan alivio a la pesada carga del mundo en el que vivimos.

Cuando te caigas levántate improvisando mejoras. Cuando pierdas, no pierdas la lección. Suelta y deja rodar libremente tu mente, fluyendo sin deseo, sin ansiedad.

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