El deseo de patinar

Cuando buscas algo más que un simple moverte sobre ruedas, más que un desplazarte mientras paseas, seguramente estás buscando mejores emociones, de mayor calidad, algo que disperse la adrenalina en tu cuerpo. Así suele suceder con los deportes extremos, o las acciones extremas que te llevan al límite, a jugarte la vida, a besarle los huesos a la muerte.

Tal vez actúes como un simple adicto a la adrenalina, como esas personas que no pueden vivir sin actividad física, sin ejercicio, porque precisamente éste libera adrenalina en el organismo. O tal vez le añades un complemento circunstancial: arrancarle una sorpresa a tus espectadores. Te calzas los patines, sales a la calle y haces de los traseúntes tu público, gente clamando por sorpresa, por algo de acción, diversión, o por un poco de sangre cual circo romano. Tú escoges el rol que vas a ejecutar: el payaso principiante o el veterano de combate, el hecho es que sales a dar qué hablar, ser un cero, un nadie, no te produce placer, no te basta con patinar y sentirte bien, tienes que actuar para los demás, atreverte, robar miradas, acumular sorpresa.

Entonces más que adrenalina, se trata de placer, algo que no logras conseguir dentro de ti, sino afuera, algo que te aportan los demás. Vives infelizmente buscando afuera lo que no puedes obtener dentro. Y lo obtienes; o al menos eso crees. Sales día tras día a buscar tu porción de placer, y cuando no puedes patinar te sientes muy mal, sientes que algo le faltó a tu día. Tuviste hambre y ahora te irás a la cama sin comer. Mañana patinarás, pero el hambre no pasará, el deseo es un barril sin fondo.

Foto tomada de: youtube.com.     (sin alusiones personales)
La opinión que suelen tener los psicoanalistas sobre este tipo de patinadores es la de jóvenes que buscan "la reproducción de una situación en la que se enfrentan a la inmensidad  a la desmesura, como desmesurado y desproporcionado respecto a sus fuerzas es el mundo para un bebé, para un niño, para cualquiera en una situación en la que no se puede reaccionar. Un mundo en el que cuenta  mucho el dominio del propio cuerpo, tener la “mente fría” para lograr encontrar el “gesto” adecuado, el movimiento, la velocidad que los lleve a vencer el miedo, el horror, la muerte. Cada vez enfrentarse y vencer. Prepararse para ello, ser siempre el superviviente, el fuerte, el mejor.Concentrarse, vaciarse internamente, volcarse en las rutinas, dejar de lado los dolores internos, los sentimientos dolorosos, ser todo cuerpo, ser una máquina. Una máquina perfecta. Sufrir para no sufrir. La conducta de riesgo se define como la búsqueda repetida del peligro, en la que la persona pone en juego su vida. Estas conductas, diferentes de las acciones peligrosas o arriesgadas realizadas cuando las circunstancias lo exigen, reflejan una atracción por el riesgo y, en especial, por las sensaciones fuertes relacionadas con el enfrentamiento con el peligro y la muerte." (Rolla, 2014)

No diremos que lo anterior está mal, mucho menos que carece de lógica, pero definitivamente sí está cargado de simbolismo, muy característico de los psicoanalistas. Bajemos de esa abstracción: Tienes hambre, lloras, tomas tus patines y a rodar. Como es cosa buena, cada vez que vuelves a tener hambre, repites lo mismo en busca de la satisfacción de tu deseo, pero la satisfacción no es duradera, por lo tanto nunca te pertenece y vives insatisfech@ buscando siempre ese algo que deseas fuera de ti.

¿Quiere decir que es malo patinar? No. Y ¿será malo desear patinar? Tampoco. Pero lo que sí debería preocuparte es que no logres controlar tu deseo, que por no patinar un día cambies de humor o alteres tus hábitos. Lo que también debería preocuparte es que un día, ante tanto reto, pierdas la vida queriéndole besar los huesos a la muerte y ella decida corresponderte, o que tan sólo te pique el ojo y quedes lisiado, impedido de volver a patinar tan extremo y arriesgadamente como te gusta.

Digamos a tu favor que los locos (los verdaderos locos) se conocen bastante mejor a sí mismos, conocen su cuerpo, lo que pueden hacer con él y entonces asumen eso que para los demás es un riesgo. Pero para ese loco no lo es, él sabe controlar su máquina, tiene estudiado cada movimiento, cada ritmo, y así se lanza al vacío, conciente de que no le ocurrirá nada. Entonces, sucede la magia. Pero si eres un(a) loquit@ que nada sabe sobre sí mismo y sólo está en busca de atención, terminarás en el hospital u ojalá que no, abonando la tierra.

Mientras tanto, los que no asumen tal riesgo, seguirán cómodamente espectando, observándote en el circo hacerlos reír o llenándolos de maravilla. A fin de cuentas ...tal vez para eso patinas.

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